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Todas las SensacioneS que nos estimula

el Territorio Abaucan y quedemos compartir

conTigo

Actualizado: 9 abr 2022

Reza un proverbio antiguo que no debemos dejar más huella en la vida que la de nuestros pies descalzos sobre la Tierra

La Tierra se formó, según la Ciencia hace 4,543 de millones años.

La Cordillera de los Andes nació al final de la era Mesozoica, era de los dinosaurios, 251 millones de años, hasta finales del Cretácico tardío, 66 millones de años atrás.

Millones de años de arrebato de explosiones megatónicas.

Vientos, glaciares y aguas aún siguen dejando su huella algo más apacibles.

También los animales que sobre la superficie o bajo el mar transitaron su Vida, desde los amonites hasta las vicuñas, pasando por los dinosaurios. Aún se ven señales si se busca con atención.

Nuestro género, el humano, dejamos nuestra impronta, memoria de que ahí estuvimos. No siempre de nuestros pies descalzos. Pocas veces con el respeto que la Creación merece. Quizás nos falte saber Contemplar con un Espíritu más místico.

Quién soy yo para determinar con qué mirada debemos acercarnos a un paraje como el Balcón del Pissis. Allá cada cuál con su conciencia.




Donde el agua brota del médano


Cuando tengo días enmarañados preparo el equipo, me calzo las botas y me voy a charlar con la Pachamama. Esa mañana, la Estrella me llevó a los Nacimientos.

El río Abaucán no es un río común. Nace de las vertientes que bajan del cerro, desde allá en el Norte. A la altura de Punta del Agua el río se zambulle en el médano.

Dice don Máximo que sus antepasados contaban que antes del volcán el río no estaba así. Que era un río con barrancos. El volcán estalló en la cordillera cubriendo el valle con arena. Tanto fue que los antiguos tuvieron que migrar. Abaucan quiere decir en la lengua de sus abuelos Río Indomable.

El agua surge de debajo del medano en Istatacu

La arena sumerge al agua que vuelve a salir antes de llegar a Medanitos, ahí donde llaman los Nacimientos, Istatacu antiguamente. A la altura de Saujil el agua desaparece otra vez. Parte se hunde en la arena, parte riega las viñas de Medanitos y Saujil. A su paso por Fiambala es un cauce seco hasta que vienen las crecidas del verano. Vuelve a surgir el agua del Abaucán ya en los Morteros.

Enmarañados pensamientos. Contaba mi caminata por Istatacu. No los voy a aburrir con nuestra íntima conversación con la Pachamama, el agua que brota de debajo de la arena, el médano, burros, caballos, vacas y pájaros. Demasiada mística.

Sin embargo quedé pensando que el que hice fue EL recorrido ideal para los amantes de los avistares de aves. Los que salen retratados son unos pocos. Tengo que volver a por más…Alguien me quiere acompañar?

Los nombres de algunos pájaros, buitre, paloma, bineteveo, chingolo, loro tricahue... de los otros no. Quien me los sopla?



No se puede amar a la Madre Tierra sin acariciarla. Así, nos pusimos a recuperar esta viña, abandonada a su suerte durante años, en los terrenos de nuestro eventual hogar en Fiambala.

La liberamos de las plantas que la ahogaban. Limpiamos el terreno. Vimos que el suelo no tenía el desnivel adecuado para regar a la manera del lugar.

Restauramos los bordos.

Palpamos la tierra, arena y mineral de las entrañas de la Pacha. La sobamos y acariciamos. La alimentamos con abono.

Poco a poco se fue transformando en nuestro jardín Zen. Un lugar de meditación. El esfuerzo físico ya rinde beneficio espiritual.

Un poco más de dedicación y las vides darán generosas sus frutos. La acompañaran en su crecimiento, legumbres, maíces, aromáticas, flores y hortalizas.

Ahora, después de mucho tiempo solo hace falta abrir las compuertas y regar.


¿Cómo resultó el riego? ¿Se desbordó el agua? ¿Se habrá inundado la casa? ¿Vinieron los vecinos a rescatarnos con botes salvavidas?

NO TE PIERDAS EL PRÓXIMO EPISODIO.


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