Hubo un tiempo en que un orgulloso bosque de algarrobos acompañaba las orillas de los ríos del Territorio Abaucán. En Los Morteros sobreviven aún magníficos ejemplares.
Su sombra cobijó durante milenios a generaciones de nuestros ancestros. Por la abundancia de sus frutos y la dureza de su madera fue venerado
Fijaba el médano, arenas de mares de otras eras, de volcanes antiguos
Hospedó, y todavía sustenta, todo un ecosistema, equilibrado, rico, sutil, delicado…
Defendió, y aún defienden los Algarrobos resistentes, las márgenes del río Abaucán cuando sus aguas bajan enfurecidas de la Cordillera
Hace pocos siglos vino el hombre, inconsciente del efecto de su predación a golpe de hacha y fuego convirtió al bosque en combustible, durmientes y mobiliario. Con el Algarrobo partieron también Jarillas, Retamas, Breas, Pichanas… y cuánta fauna
Así el bosque se convirtió en desierto, arenas barridas por el viento,
a merced de los elementos erosionantes,
tierra despoblada que arde
Mas las raíces obstinada se aferran a su Madre Tierra, negándose a abandonar su hogar, Territorio Abaucán.
Brotes de las raices sus gajos en desafío, claman por su derecho a la vida
Y jóvenes Algarrobos muestran su resilencia, fuerza Vital para sobrevivir en el hábitat de toda Su Vida, Territorio Abaucán.
Estemos atentos,
algo podremos hacer para luchar con ellos, los Algarrobos.