Don Máximo Chaile, hombre fuerte como los algarrobos que convertía en tablas, en sus manos una sierra.
Hombre dulce como sus historias, sus cuentos, tiernos relatos de su rica vida.
Hoy vive en las tierras que fueron de sus abuelos, abrazado de algarrobos, chañares, y su huerto regado por el río Abaucán que brota en Los Nacimientos, Istatacu en lengua vernácula, más allá de Medanitos, donde el río brota del médano.
Lo acompañan su hija María y su nieto Josué que estudia la escuela secundaria y, puede, quién sabe, quiera ser artesano del algarrobo, como su abuelo.
Domingo tranquilo, de mates y almuerzo, de charla amable.
El canto hondo de Mirta Reales, el gorjeo de de los pájaros y el susurro de la acequia como banda sonora.
“Vengan a visitarnos cuando quieran”
Volveremos, hay tantas historias que no caben en un domingo plácido de almuerzo y mates.
“Hasta pronto don Máximo”