He ahí la cuestión
El mundo de lo visible esta compuesto por una serie de fenómenos físico-químicos.
La Luz, esencia de Dios para algunos, son una serie de ondas electromagnéticas que viajan a velocidades incomprensibles, distancias inconcebibles. Choca, atraviesa, se desvía, se refleja en todo lo que encuentra a su paso. Se descompone en millones de colores y entra por nuestros ojos.
Los ojos, prodigio que lleva cientos de millones de años de evolución, nos muestra el Universo tal cual ES. La Luz atraviesa el glóbulo ocular, excitando la retina que la convierte en ínfimos impulsos eléctricos que llegan al encéfalo y de ahí al cerebro, la conciencia. Lo que vemos se convierte en Realidad.
Pero… qué Realidad percibimos. Porque hay realidades dentro de realidades, dentro de realidades. Y así hasta el Infinito desde donde brotó la Luz. Llega un momento en que ni la óptica más perfecta ni el sensor más avanzado llegan a distinguir que más allá de lo Material.
Estas fotos han sido tomadas con una cámara digital con un viejo objetivo 50 mm. f1.4. Podemos analizarla por la gama de verdes, amarillos y rojos, solo una pequeña porción del espectro electromagnético. Notar el efecto onírico del bokeh, las distorsiones cromáticas. Podemos especular con el porqué de la composición de la imagen.
Sin embargo hay algo más allá que la cámara no muestra, que la Luz no ilumina, que nuestra vista no es capaz de interpretar. Siempre hay algo más allá de la Realidad.
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