Bajando el río Abaucán, hacia el Sur de Fiambalá, están Los Morteros. Abarca desde la altura del arco de entrada al pueblo hasta la Virgen de Androcollo, cerca de El Puesto. Son algo así como 30 km de desierto barridos por el Zonda y fustigado por el polvo y la arena.
La zona esta sembrada de vestigios de asentamientos de Los Antiguos. Trocitos de cerámicas y restos de industria lítica para fabricar flechas y herramientas. La cantidad indica lo poblado que era este valle En tiempos había morteros de piedra. Se usaban para moler grano, especialmente la algarroba, fruto del generoso Algarrobo. Tantos morteros dieron nombre al paraje. Hoy son difíciles de encontrar.
Tanta gente. Tantos Árboles, Algarrobos, para los criollos, Takus para los antiguos. Una cultura que se desvanece en el tiempo. Un bosque que deja paso al desierto. La arena libre, volando a compás de zonda. Arena de clepsidra que cubre mitos, historias, y leyendas.
Memoria que penetra en la Tierra a saber qué Universos navegar.
Aún queda una centuria de resistentes, parche verde en el desierto, quizás sepan indicarnos en qué rumbo la podemos recobrar. Taku, el Árbol.
A NUESTROS AMIGOS COYAS
y a
David C. quien nos guió por el buen camino para llegar al bosque.
Comments