El agua lleva en su memoria cuando saltó desde la altura de las cataratas.
Del tiempo que pasó en las profundidades de los mares y océanos.
De la sed que nos calmó, los cuerpos que purificó,
de cuando se heló en las alturas estratosféricas, en el glaciar y la escarcha.
Recuerda la Luz que la atravesó y los Colores que reflejó,
de cada piedra que acarició y célula que alimentó.
Evoca al Cielo y a la Tierra. Es la Vida misma.
Emerge en las termas, caliente de Pachamama, en Fiambalá,
con recuerdos del pasado, del presente y del futuro.
La Magia está ahí, solo hay que dejarla acariciarte la piel.
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