El martes 6 nos despedimos de los amigos Willie, Hector, Fernando, Claudia, de La Cumbre que no nos querían dejar ir. Salimos al mediodía, después de un café con leche y medialunas en la Posada del Peregrino. Rumbo: Cerro Colorado.
Cero Colorado no estaba en nuestros planes pero nuestra ruta es así. Nos recomendaron vivamente que visitaremos las pinturas rupestres que datan desde hace 8000 años hasta la llegada de los Españoles.
Nos las mostró Walter, uno de los guías oficiales. Si alguna vez van por ahí pregunten por él, les sabrá contar sobre las pinturas, sobre plantas y cuentos del Cerro Colorado. Dormimos al pié del cerro, en el camping comunal, prácticamente solos porque no es temporada.
El miércoles 8, después de despedirnos del Walter el guadaparques y su esposa, a las 11.00 hs. arrancamos por la RN 9 y la RP 16 para retomar el camino al Norte por la RN 175.
Pasamos bordeando el valle tucumano que a estas alturas del año es un hervidero de tráfico de camiones y tractores. El aire viciado de humo y polvo de caña de azúcar, es época de zafra.
En Simoca nos desviamos hacia Monteros para comenzar el acenso a los Valles Calchaquíes. Lamentablemente lo hicimos de noche perdiéndonos un paisaje que bien merece volver para verlo.
Hicimos noche en una estación de servicio en El Mollar. Estábamos cenando algo calentito cuando entró al comedor la señora que cuida los baños. Se sentó en la mesa de al lado a comerse un bocado antes de subir a su poblado, 10 km camino arriba, a 2400 MSNM con su motito. Hay que decir que eran las diez de la noche y el termómetro marcaba hacía rato temperaturas bajo cero.
“Antes lo hacía caminando” nos dijo Liliana Cruz, Noca Camaché Aiú, cacique del pueblo tonocoté. La charla duró un buen rato. Se terminó porque porque el camino a su pueblo se hiela y es complicado subirlo en moto. Quedamos en volver a visitarla.
La mañana del viernes 9 amaneció bien bajo cero. Dormimos sin calefacción pero la cama es cálida. Invita a no salir de ella. Pero teníamos una cita en Santa María. No había forma de calentar agua para unos mates. El bar estaba cerrado. Así nomás, en frío, partimos.
Cruzamos el infiernillo cubierto de escarcha, blanco, Irreal.
En Aimaichá del Valle estacionamos la Jachy Tatá Javya en la plaza del pueblo y paseamos en busca de provisiones para prepararnos un buen guiso de lentejas, como para fundir la escarcha. Ahí nomás, en la plaza del pueblo.
A la tarde llegamos a destino, Santa María, Catamarca. Nos encontramos con Gustavo y Rubén catedráticos de la UNLZ. Conocimos a Yaquie, organizadora de la 1ª Jornada Nacional de Ovinos de Raza Criolla.
Dormimos en un paraje bucólico rodeados de cabras, ovejas y llamas. No nos dio para hacer fotos. los 2400 km en tres semanas y la vida de campamento nos pasaron su factura. Aún así nos acercamos el sábado 10 hasta la estancia El Pichanal en Famabalasco, de don Rogelio a compartir charla amable, asado de cordero y música con los asistentes a las jornadas.
Como a las 18.00 hs. partimos tomando un camino de ripio hasta retomar la 40. El agotamiento nos detuvo en Belén, donde nos encontramos ahora, en la habitación del Hotel Gomez, ducha caliente y cama para reponernos.
Si, ya sabemos que es un relato casi telegráfico. Tendremos ocasión de contar más detalles cuando estabilicemos esta vida nómada cargada de acontecimientos y un poco escasa de conexión a la WWW.
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